Finalmente, alcanzamos el tercer trimestre del embarazo, desde la semana 26 hasta la semana 40-41. En este periodo surgen muchísimas situaciones que trataremos de aclarar en este capítulo y, en muchas de ellas, profundizaremos más adelante en el bloque relativo al parto.
El tercer trimestre del embarazo suele ser un periodo que pasa lento, sobre todo las últimas semanas. Hay algunos hitos importantes que recordar:
Cuando alcanzamos la semana 28 de embarazo, el abdomen materno empieza a adquirir unas dimensiones más abultadas y empieza a rectificar la posición de la espalda para compensar el peso. En esta fase, es importante realizar ejercicio físico adaptado para el embarazo que permita aliviar las molestias asociadas a la dimensión abdominal.
Tenemos que recordar, en esta semana 28, nuestro grupo sanguíneo y Rh. En parejas en las que la mujer es Rh negativo y el varón positivo, el sistema inmune de la madre puede reaccionar contra el propio embarazo, en el caso de que el bebé haya heredado el Rh positivo del padre. Dado que no podemos estudiar el grupo sanguíneo fetal, a todas las madres con Rh negativo se les recomienda utilizar una medicación que no presenta efectos adversos y es capaz de prevenir una complicación importante.
Además, en los países mediterráneos, la recomendación para embarazadas sería de una dosis de dTpa a partir de la semana 27 de gestación, preferentemente en la semana 27 o 28. Así, a través de un mecanismo denominado de “inmunidad pasiva”, pasarán anticuerpos al bebé a través de la placenta y lo protegerán durante los 6 primeros meses de vida frente a esta enfermedad.
Las clases de preparación al parto suelen centrarse en este tercer trimestre para tener todo reciente de cara al nacimiento de vuestro bebé.
A partir de la semana 35 de embarazo, se realizan varias pruebas para tener todo preparado:
En la semana 37 se alcanza el embarazo a término y, según el protocolo de cada hospital, en torno a la semana 38 de embarazo se realiza la monitorización ante parto para comprobar el estado fetal.
El parto se suele esperar en torno a la semana 40 de embarazo. Si no se inicia de forma espontánea a través de la aparición de dinámica uterina o de una rotura de membranas (bolsa amniótica), se mantiene una actitud expectante, siempre y cuando las condiciones de seguridad lo permitan. A partir de la semana 41+3, la evidencia científica nos dice que empiezan a aparecer complicaciones graves neonatales asociadas al embarazo prolongado.
Rodrigo Orozco Fernández
Jefe de Servicio de Obstetricia y Ginecología
Hospital Universitario Quirónsalud de Málaga
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